Descripción
“Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?” (Jn. 3, 12) Estas palabras de Jesús me hacen pensar en cuales eran esas “cosas del cielo” de las que Jesús quería hablarnos. ¿Cómo entender esas palabras de Jesús cuando dice: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
Estas palabras de Jesús me hacen pensar en cuales eran esas “cosas del cielo” de las que Jesús quería hablarnos. ¿Cómo entender esas palabras de Jesús cuando dice:
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. (Juan 16, 12-13) ?
Podemos notar cómo Jesús quería hablarnos de “cosas del cielo” que en esa época no íbamos a comprender, ni creer, pues el hombre empezaba apenas a conocer quién era Jesús. Sin embargo, nos anunció que el Espíritu de la Verdad nos iba a decir todo y nos iba a anunciar lo que va a venir, la llegada de su Reino.
Jesús, con su venida a la tierra se reveló totalmente, pero hubo “cosas de cielo” que las dijo en parábolas, para ser comprendidas en su plenitud con el transcurrir de los siglos, pues no estábamos preparados para entender tanto conocimiento.
Es como un niño pequeño que si apenas se le está enseñando a sumar y restar no se puede pretender que comprenda de una vez las ecuaciones cuadráticas, el álgebra, las derivadas, matrices, etc.
Por eso, el Espíritu Santo ha ido guiando a la Iglesia para que comprendiera el sentido completo de su venida a la tierra, de su conocimiento. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
“La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (DV 4). Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.” (Catecismo de la Iglesia Católica # 66).
Ahora, ¿cuales eran esas cosas de cielo que Jesús quería hablarnos pero que en esos tiempos no íbamos a creer, y que nos dijo que el Espíritu Santo nos la iba a hacer comprender?
Eran aquellas enseñanzas que se referían a su Voluntad, a nuestra perfecta unión con Dios, a aquellos mandatos que Jesús nos exige:
” Sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo” (Mateo, 5,48) “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno”. (Jn 17, 21-22) “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”. (Jn 15, 12)
Jesús quiere que le conozcamos para que su Reino venga y se pueda hacer su Voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo, del modo más perfecto. Dios no nos pide cosas imposibles, por eso en el Padre Nuestra nos enseña a pedir:
” Venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo”. (Mateo 6,10)
… es decir, de un modo perfecto, pero el único perfecto es Jesús, por lo tanto, para cumplir su mandato lo que debemos hacer es llamar a Jesús a obrar en cada uno de nuestros actos, que sea él viviendo en nosotros.
Ya San Pablo y otros santos habían intuido algo de esto que Jesús quiere de nosotros, como lo podemos ver en su carta a los Gálatas.
” Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.” (Carta a los Gálatas, 2,20)
Y de una manera más clara nos lo deja ver Santa Teresita del Niño Jesús en su autobiografía (Historia de un alma) cuando dice:
“Yo sé, Señor, que tú no mandas nada imposible. Tú conoces mejor que yo mi debilidad, mi imperfección. Tú sabes bien que yo nunca podría amar a mis hermanas como tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí. Y porque querías concederme esta gracia, por eso diste un mandamiento nuevo…”
Jesús no nos manda nada imposible. El quiere que amemos COMO él ama, que seamos perfectos COMO el Padre Celestial es perfecto, que seamos Uno COMO el Padre y el Hijo son Uno, que hagamos su Voluntad en la tierra COMO se hace en el cielo, que seamos transformados en Jesús.
« Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios » (Lucas 18, 27);
Si, Dios quiere que seamos transformados en Jesús para de este modo poder darle la más grande gloria. La Iglesia entera lo recita como lo podemos ver en la oración colecta del Domingo XXVII del tiempo ordinario:
Dios omnipotente, saciados con este alimento y bebida celestiales, concédenos ser transformados en aquel a quien hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pero para cumplir con todos estos mandatos y llegar a la verdadera transformación en Jesús debemos conocerle y creerle. Estas son las cosas de cielo que Jesús quería hablarnos y que en ese momento lo expuso velado, en parábolas, para que “el que tenga oídos, que escuche” (Mateo 13,9).
En estos últimos tiempos, Dios, en su infinita misericordia para con el hombre, escogió a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta para explicarnos a través de sus escritos cómo podemos cumplirle y llegar a ser transformados en Jesús para hacer su Voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo, de un modo perfecto, santo, inmaculado.
Luisa Piccarreta, por orden de sus confesores, entre ellos San Annibale Maria di Francia, escribió 36 manuscritos o volúmenes, de los cuales dijo Jesús:
Hija mía, el título que le darás al libro que imprimirás sobre mi Voluntad será este:
“El Reino del Fiat Divino en medio de las criaturas”
– Libro de Cielo –
“La llamada a la criatura para que regrese al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fue creada por Dios.”
Jesús quería hablarnos de cosas de cielo que hace dos mil años no íbamos a entender y son estas “cosas de cielo” las que Jesús nos explica a lo largo de estos 36 volúmenes que ponemos a su disposición para ser leídos y meditados a la luz de nuestra Santa Madre Iglesia.
Pero para ser transformados en Jesus son menester dos cosas:
1ª CONOCERLE pues lo que no se conoce no se puede amar. Esto nos lo a ido enseñando la Santa madre iglesia pero ahora en el Libro de Cielo Jesús se revela ampliamente.
2ª RECONOCERLE su criatura por medio de la FE. Este reconocer a Jesús en las Sagradas Especies va intrínsicamente UNIDO a la LUZ que Jesús manifiesta en el Libro de Cielo. Es como LA PERLA ESCONDIDA en el Libro de Cielo. PERLA que la da Dios a aquellos que teniendo oidos oyen LA VOZ DEL CORAZÓN DE JESÚS el cual lo menciona COMO EL GRAN DESEO DEL CORAZÓN TRINO. Así lo dice en el volumen 29 a 17-07-1931 pagina 2408 donde dice Jesús: “¡Oh! cómo nuestra Bondad divina ESTÁ ESPERANDO LAS ADORACIONES y el agradable TE AMO de la criatura” .
De aquí que, para vivir en la D.V. Dios espera ser ADORADO por su criatura para ser reconocida su Majestad.No se puede pues separar del FIAT del Libro de Cielo la Adoración a Jesús Sacramentado por ser la correspondencia debida de la criatura que reconoce a Jesús oculto en la Sagrada Hostia por su Dios y Creador postrándose de rodillas cuando va a comulgar con el fin de unirse a Jesus FUNDIENDO su voluntad humana a la Voluntad Divina de Cristo para que EL QUERER DIVINO OBRE Y ACTUÉ en cada acto de la criatura.
Dice Santo Tomás de Aquino, el Doctor angélico, en la Suma Teológica: “Si no adoramos lo que consumimos, perdemos de vista el valor y la apreciación de lo que estamos consumiendo”.
Y sigue: “Hay una relación inseparable entre CONSUMIR y ADORAR; Entre comunión de la Sda. Eucaristía y adoración del Stmo. Sacramento” y añade:
“La Eucaristía NO ES UNA COSA, SINO UNA PERSONA, la persona de Jesús,Verbo Eterno de Dios, Vivo y Realmente Presente en la Sda. Eucaristía”.
Pero, ¿Por que se le trata a Jesús como a un objeto? A caso no queremos que Él nos trate como a hijos? ¡Que atrevidos! porque para ser hijos de tan digno Padre, DEBEMOS TENER SUFICIENTE FE PARA VER MÁS ALLÁ DEL SENTIDO DE LA VISTA. Y esto se hace creyendo en las Palabras de Jesús: “Esto es mi Cuerpo”; “Este es el Caliz de mi Sangre…” Por tánto, en el Pan Consangrado está Jesús y el NO adorarle de rodillas es falta de FE en las palabras que pronunció en Última Cena.
Así pues, quien no adora a Jesús no valora lo que consume y quien no lo valora, tiene en NADA la gracia ofrecida por Dios. Ver Nº 678 del catecismo de la iglesia católica.
Si esto no convence, es SEÑAL de que, quien NO se postre ante Jesús Sacramentado es que HA PERDIDO LA FE QUE RECIBIÓ.
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